Desconocemos en qué fecha se incorporó la imagen de la Virgen como cotitular de la Cofradía, toda vez que en 1616, cuando los frailes mínimos nos vendieron la antigua capilla de Santa Ana para que nos ubicásemos, se menciona sólo a la imagen del Nazareno lo que nos lleva a pensar que la imagen de la Virgen es una incorporación posterior, una vez que la Cofradía se encontraba ya asentada.
Con todo, a día de hoy, la primera mención documentada acerca de la Virgen la encontramos en las cuentas que rinde, el 23 de Abril de 1816, el mayordomo responsable de la vida económica de nuestra Cofradía durante el primer año de vida de esta tras la invasión francesa, y en ellas se le menciona como Nuestra Señora del Desconsuelo, aunque también es cierto que en la rendición de cuentas del año siguiente, fechada el 23 de Abril de 1817, se le denomina como María Santísima del Desconsuelo, aunque de ahí en adelante, cuando se le menciona, sólo se alude a “la virgen”, sin asignarle advocación alguna: así, en las cuentas de 1841, encontramos reseñado el gasto de 30 reales para la “compostura de las andas de la Virgen”, en las de 1842 otros 15 reales en “pintar las varas de la camilla de la Virgen” y, en las de 1848 el gasto de otros 9 reales “por dos varas de cinta para un cornialtar para Jesús y la Virgen”.
Desde dicho momento y hasta el 13 de Febrero de 1859 no volveremos a encontrar una nueva mención a la Virgen, aunque también es cierto que en dicha fecha aparecerá con una advocación diferente a la del Desconsuelo pues ya le denominan “Dolores”, lo que nos indica un cambio de nombre que plantea varias interrogantes, en tanto que carecemos de documentación que nos aclare si se trató de un simple cambio de nombre o si, por el contrario, dicho cambio nominal llevó aparejado también un cambio de imagen, como tampoco podemos afirmar, con exactitud, en qué fecha se produjeron dichos cambios.
De cualquier modo tampoco podemos obviar que, si bien carecemos de datos concretos sobre el tema, a través del análisis de los libros de actas y de cuentas existentes, podemos vislumbrar noticias indirectas que pueden ayudarnos a plantear varias hipótesis acerca de cómo llega la Virgen de los Dolores a convertirse en cotitular de nuestra Cofradía.
Así, en principio, hemos de aclarar el hecho de que en el que denominamos “primer libro de actas” faltan los folios que debieron marcarse tanto con los dígitos comprendidos entre el 60 y el 65, que abarcarían desde el 29 de Septiembre de 1830 hasta el 29 de Septiembre de 1833 y los que debieron comprender entre el 68 y el 78, que reflejarían lo acaecido entre el 28 de Julio de 1834 y el 16 de Abril de 1843, de modo que cabe la posibilidad de que, entre las fechas citadas se produjese tanto un cambio de nombre de nuestra cotitular como una sustitución de la propia imagen y, al mismo tiempo, de advocación.
Aún más, creemos oportuno reseñar que, en 1835 cuando se instruye el expediente de exclaustración del Convento de la Victoria, se menciona ya la existencia en el mismo de un altar dedicado a la Virgen de los Dolores, lo que nos delimita un poco más la fecha del posible cambio.
La hipótesis que creemos más ajustada a la realidad nos lleva a pensar que como quiera que la primitiva imagen de la Virgen perecería durante la invasión de los franceses se haría necesario que, entre 1812 y 1815 cuando se reorganiza la Cofradía, se realizase una nueva imagen de ella a la que ya nuestros cofrades le dieron la advocación de Dolores con que se denomina, por lo general, a la Virgen que acompaña a Jesús Nazareno si bien existieron algunos hermanos a los que, por inercia o porque les costó acostumbrarse al cambio, siguieron consignándola en las actas como del Desconsuelo como también siguen reseñando en los mismos documentos al convento como de Consolación cuando oficialmente era de “Nuestra Señora de la Victoria. Sea como fuere, lo que nos lleva a pensar que la Virgen es una talla de nueva creación viene motivado por el hecho de que durante el primer año de la reorganizada cofradía la mayoría de los gastos realizados están relacionados con la Virgen hasta el punto de tener que confeccionarle túnica, manto y andas nuevas, sin que se consigne ningún gasto por restauración de la imagen de modo que podemos inferir que si fue necesario dotarla de una indumentaria completa porque la anterior había desaparecido como resultado de la furia de los franceses ¿no iba a ocurrir lo mismo con la imagen?, salvo que aquella y su indumentaria pereciesen completamente y en los momentos previos a la reorganización de la Cofradía, como pensamos, se encargase una imagen nueva y consiguientemente no precisase de gastos de restauración.
Cabe reseñar que nuestra cotitular también tuvo Cofradía propia a partir de 1912 cuando a instancias del cura D. Pedro Martínez Machado se escindió de la del Nazareno para constituirse en una Cofradía a la que sólo podían pertenecer las mujeres y que se mantendría activa, al menos, hasta la década de los años cuarenta del siglo XX para reincorporarse más tarde, de nuevo, a la cofradía matríz del Nazareno.